El día llego, buscas esos pantalones negros que tal vez ya no te quedan desde tu último concierto, no sabes cómo pero logras entrar y evidentemente esos kilos de más demuestran que ya no eres talla 32, pero qué importa. ¿Dónde dejaste esa playera de Pantera? Tal vez detrás de las camisas y corbatas y sí, ahí está, con el mismo olor a humedad y cigarro que la recuerdas ¿la lavaste? No sabes pero ya te la pusiste. Tomas tu cartera, celular y llaves, sales de tu casa y regresas porque olvidaste tu omeprazol; todo parece en orden, tomas tu moto y te vas hasta el Foro Pegaso donde te esperan tus amigos.
Al llegar después de una hora de tráfico que evidentemente esquivaste porque pues “moto” y al diablo la seguridad, te das cuenta que debes pagar $300 pesos por dejarla en el estacionamiento del lugar, así descubriste que no hay descuento y que hubiera sido lo mismo irse en carro (decisión que a las 12 de la noche vas a lamentar no haber tomado) estacionas la moto en un lugar nada pensado para ello por lo que si llueve, que dios te ayude a sacarla de ahí. Pero qué importa ya estás en el lugar y a lo lejos se escuchan los guitarrazos de Cemican que ya está dándolo todo. Te apresuras a entrar y te das cuenta que la fila empieza hasta la entrada del lugar, ósea como a 2 kilómetros. Por supuesto que no vas a formarte y aprovechas la fatal organización de entrada para colarte entre la gente que al igual que tú tiene sobre peso, barba larga, mala cara y huele a humedad pero nadie dice nada porque saben perfectamente que en tu lugar harían lo mismo.
Escanean tu boleto, te medio revisan y agradeces que no encontraran eso que claramente sabes que no es muy legal que digamos. ¡Ya estás adentro! A disfrutar, pero antes lo menos que esperas obtener con ese pase ultra VIP carísimo es un casillero donde poner tu casco y chamarra… no ps no hay, toca encargarlo en un puesto a cambio de comprar unas papas de $150 y rezar para que siga ahí cuando te vayas. Resolviendo todo lo anterior ya te perdiste a Cemican y a Venom pero oye, ahora ya puedes disfrutar de toda la diversión que seguramente los organizadores prepararon para todos… ¿o no?
Ese güey de las espadas que vi en el Knotfest, la zona vikinga llena hippies, el letrero está bien porque así te puedes sacar la foto del recuerdo; la zona de comida y doña Pancha de los tacos de tripa ahí están, $195 por 3 tacos. Bueno, hoy no tocará comer pero una chela si me la tomo, pregunto y solo escucho el: ¿Ya recargó su pulsera joven? Bueno, algo nuevo, voy al banco, recargo, mi tarjeta no pasa y después sí, me compro mi vaso con dos chelas $130, le doy el sorbo y ya me perdí de Born of Osiris… ¿Pero qué más da? Ya puedo disfrutar del festival como se debe, bueno, si es que logro diferenciar qué escenario es cuál, supongo que están ordenados como la vez pasada ¿o no? ¡Ay que estrés! Pero ya pagué y ni modo a buscar el escenario de Avatar.
La realidad de cualquier festival de música actual es similar cada año, no estoy seguro de si ya perdimos la emoción de ir 3 días seguidos por la edad o realmente los festivales ya no están ofreciendo nada nuevo. Cualquiera que puedas nombrar como Pal Norte, Vive Latino, Corona Capital, EDC México, Hell and Heaven, Machaca Fest, Flow Fest, solo por mencionar a muy pocos, se han encaminado y encasillando a lo mismo del año pasado en organización y forma pero con súper bandas o nombres en cabeza de cartel para que tengas que comprar la entrada a los tres días.
¿Realmente los festivales están cumpliendo con su principal objetivo? La respuesta es sí, generan millones de pesos y son rentables, por algo llevan ya varias ediciones. Pero ¿ese era en un inicio su objetivo? En parte sí, pero por ejemplo el Vive Latino quería conjuntar bandas y músicos de toda Latinoamérica en un solo lugar para dar a conocer nuevas propuestas, los escenarios eran pocos y los horarios se empalmaban de tal manera que pudiera ser una gran experiencia musical sin dejar de lado por supuesto, las ganancias que esto implicaba para los involucrados. Sin embargo, actualmente los empresarios rellenan el line up de todo tipo de artistas donde algunos de ellos van a decir que no, porque obviamente la música también es un trabajo y los músicos también tienen la mala costumbre de comer y las condiciones económicas no son muy favorables, pero no hay problema porque la verdad todas las bandas que no son cabeza de cartel son reemplazables y es muy probable que haya alguna que acepte ir a tocar en peores condiciones. Es en este punto donde el festival, cualquiera que digas, pierde lo que en teoría debería de ser; un punto de encuentro donde los fans y melómanos quieren descubrir nuevas bandas, ampliar sus horizontes musicales y obviamente escuchar a sus irremplazables de toda la vida.
El daño está hecho y ahora cada evento de este tipo parece más una mega cantina mal ecualizada porque sí, perdón pero los ingenieros y el equipo que llevan muchas veces dejan mucho que desear, además de que es muy probable que puedas estar escuchando un mix bien raro de Julieta Venegas con Korn porque ya no pudiste llegar hasta adelante… aunque quien sabe tal vez un día pueda pasar. Aunque parezca más un capricho de alguien mayor, la realidad es que seguiremos consumiendo, de momento, estos grandes festivales de música sin importar que tan caros estén y cuanto podamos gastarnos ahí adentro porque la emoción de estar escuchando a tu banda favorita abrazado de tus amigos o pareja es irremplazable, el estar sentado con las piernas reventadas mientras una banda que nunca habías escuchado empieza a tocar y al instante conecta contigo es indescriptible, caminar y caminar buscando tu auto al terminar con mucho entusiasmo porque sabes que unos tacos con boing no se van a perdonar es espectacular.
Aunque hay muchas cosas en contra y es muy probable que en el futuro la fiebre festivalera muera por culpa de algunos que solo quieren dinero (como siempre pasa en la vida), creo que hay que disfrutar y vivir cada momento, bueno ir al baño no es para nada disfrutable, pero todo lo demás sí.
Como consejo te dejaría que si realmente quieres apoyar a tu banda favorita, a esa banda o artista que descubriste este año en aquel festival al que fuiste, mejor compra merch oficial, adquiere de manera física su nuevo disco y ve a sus conciertos individuales. Sabemos que estas acciones generan más ganancias para aquellos que hacen tu música favorita, que estos millonarios y multitudinarios eventos.